La nota más reconocida y característica de Fahrenheit es la de violeta, la cual, lejos de dar una impresión dulce o femenina, aporta un matiz verde, metálico y casi acuático. Esta se entrelaza con cítricos brillantes como la mandarina y la bergamota en la salida, ofreciendo una primera impresión fresca, vibrante y luminosa. Poco a poco, la fragancia evoluciona hacia un corazón más especiado y floral, donde el clavel, el jazmín y el lirio del valle añaden profundidad sin restarle virilidad al conjunto.
A medida que Fahrenheit se asienta, surgen las notas de fondo más oscuras y seductoras: cuero, pachulí, vetiver, ámbar y almizcle. Estas notas brindan calidez, longevidad y ese carácter distintivo que hace que Fahrenheit sea inmediatamente reconocible. El acorde de cuero, en particular, es potente y elegante, evocando imágenes de un viaje en moto bajo el cielo rojo del atardecer, en perfecta armonía con su icónico frasco degradado en tonos rojo, ámbar y negro.
Fahrenheit no es una fragancia convencional; es atrevida, artística y con una fuerte personalidad. Es ideal para el hombre que busca marcar presencia sin necesidad de levantar la voz, alguien que valora lo clásico pero no teme diferenciarse. Por su intensidad y calidez, funciona especialmente bien en climas fríos o durante las noches.
En definitiva, Dior Fahrenheit es una declaración de individualidad y audacia. Con más de tres décadas en el mercado, se mantiene como una fragancia legendaria que no ha perdido relevancia. Su carácter único, su proyección poderosa y su longevidad notable la convierten en un clásico imprescindible para los amantes de la perfumería masculina de autor.
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